Real estate: la fastuosa transformación de Doha para organizar Qatar 2022

La capital del emirato árabe cambió por completo en 10 años, con grandes obras de infraestructura y una arquitectura saliente en edificios y los propios estadios que impactan a los visitantes. La inversión para la transformación y la polémica por los obreros muertos durante la construcción ​

Desde que en la década pasada obtuvo (con varias polémicas) la sede para organizar el Mundial de este año, Qatar, con epicentro en su capital Doha, inició un proceso de transformación asombroso para levantar toda la infraestructura necesaria que le permite en este momento albergar una copa del mundo. Con una inversión que superó los USD 200.000 millones según las cifras difundidas, aportados por el riquísimo emirato qatarí -dueño de una de las reservas de gas más importantes del mundo-, en 10 años la ciudad principal del país experimentó un cambio pocas veces visto en la historia. ​

Aeropuerto internacional a nuevo, autopistas de cinco carriles, fastuosos edificios, una línea de subterráneo de lujo y más de 30 hoteles cinco estrellas para recibir a un millón y medio de turistas forman parte de esa infraestructura impactante levantada en Doha y sus alrededores, junto a los ocho estadios cuyo diseño y características tampoco pasan inadvertidos. Este pequeño país de medio oriente, con una población estable que no supera los 2,8 millones de personas (un número que le permite tener uno de los PBI per cápita más altos del globo), debió estar a la altura de las circunstancias para recibir un flujo turístico equivalente a casi la mitad de sus habitantes durante un mes, todos al mismo tiempo. ​

Las obras en Doha que pueden apreciar en este momento los visitantes van desde la torre Tornado de 52 pisos en forma de tubo recubierta de aluminio y vidrio (una de las emblemáticas que conforman el skyline característico de la bahía) hasta la Torre Doha, de 238 metros de altura y una clásica silueta islámica, pasando por la Katara Towers en forma de herradura con sus hoteles de cinco y seis estrellas en su interior. El Museo Nacional inspirado en la rosa del desierto, con una longitud de 350 metros, es otra de las atracciones arquitectónicas dignas de admirar, junto con la torre Aspire, de 300 metros de altura, que cuenta con el punto panorámico más alto; y la biblioteca nacional. ​

En materia comercial, entre los muchos shoppings de lujo que levantó Qatar se destaca el Villaggio, muy del estilo de Las Vegas, que cuenta con canales de agua, un techo azul que simula el cielo y un parque de diversiones incluido. ​

Para conectar el centro de la ciudad con los estadios Doha construyó una línea de subte de última generación de 37 estaciones y tres ramales que representa el principal medio de transporte para los hinchas. El subte es uno de los puntos salientes de la infraestructura que llama la atención de los visitantes, lo mismo que los parques, las autopistas recién asfaltadas y el lujo desplegado en la iluminación de cada punto. Otro aspecto que sorprende es la refrigeración instalada hasta en los sitios más recónditos para hacer tolerable la vida en un país de altísimas temperaturas todo el año. ​

Hay lugares a pocos kilómetros de Doha que fueron construidos prácticamente de cero, como Lusail, donde se levantó el estadio que albergará la final del torneo. Los ocho estadios sorprenden también desde el punto de vista arquitectónico: en el caso del mencionado de Lusail, fue diseñado por el célebre estudio de arquitectura británico Foster & Partners, quien se inspiró en los tejidos artesanales árabes para darle una forma particular de recipiente a su sorprendente exterior. La zona de Lusail fue levantada para el Mundial y proyecta convertirse en la más cara del país una vez que termine la copa, con shoppings de lujo, oficinas, residencias y parques. ​

El otro estadio saliente por sus formas es el Education City Stadium, ubicado a siete kilómetros del centro de Doha, que forma parte del campus principal de la universidad de la ciudad. El estadio simula la forma de un diamante que refleja la luz durante el día y brilla de noche. Vale la mención también para el estadio 974 (el prefijo telefónico de Qatar), construído con contenedores, que será desmontado y movido al finalizar el torneo. ​

Para Qatar, la organización del Mundial se enmarca en un plan de expansión con el horizonte en 2030 que busca transformar al país en uno de los más importantes de la región, a través de la captación de flujo inmigratorio y financiero. ​

Pero semejante transformación empujada por los dólares interminables tuvo su lado oscuro: según distintas investigaciones periodísticas (como la del diario británico The Guardian), durante la construcción de los estadios y la infraestructura de Doha murieron en los últimos años 6.500 obreros de la construcción a raíz de accidentes y las condiciones climáticas (el calor extremo) en las que se llevaron adelante las obras. La organización desmintió esas cifras y admitió 50 muertos y 500 heridos graves. ​

El tiempo y la historia juzgarán si este mundial tenía sentido. ¿Qué opinas? ​

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