Este enfoque de diseño urbano que gana cada vez más aceptación a nivel global se centra en la revitalización y regeneración de comunidades y entornos urbanos existentes.
En medio de los desafíos ambientales y sociales que enfrenta el mundo, el urbanismo regenerativo aparece como una pieza clave para dar forma al futuro del desarrollo inmobiliario, conjugando diseño arquitectónico con innovación e infraestructura sustentable.
Este enfoque de diseño urbano comenzó a tomar fuerza hace un par de décadas, tras la publicación del libro Regenerative Design for Sustainable Development (Diseño Regenerativo para el Desarrollo Sostenible), de John Tillman Lyle, en 1994. El concepto se basa en la idea de que las ciudades no solo deben ser funcionales y estéticamente agradables, sino también inclusivas y respetuosas con el entorno natural que las rodea, promoviendo la calidad de vida de sus habitantes. En otras palabras, que estas regeneren tantos recursos como los que sus residentes consumen.
A diferencia del urbanismo convencional, que tiende a poner el foco en el desarrollo de nuevas áreas, el urbanismo regenerativo aprovecha el potencial de los espacios ya construidos y los revitaliza. Los transforma. Les da una nueva vida. Y lo hace fomentando la integración de prácticas de diseño ecológico, como el uso eficiente de la energía y la gestión del agua, la promoción de la infraestructura y de la movilidad sostenibles y la participación ciudadana en la planificación urbana.
A nivel global, diversos países están liderando el camino en la adopción de prácticas regenerativas. Como Dinamarca (Copenhague), Países Bajos (Ámsterdam) y España (Santander).
Sin embargo, el continente americano no se queda atrás: un ejemplo claro de urbanismo regenerativo es el High Line Park de Nueva York, un parque lineal construido en una antigua vía férrea elevada en Manhattan. Este proyecto transformó una infraestructura obsoleta en un espacio verde y recreativo, proporcionando un nuevo pulmón urbano y, a la vez, una atracción turística.
También ciudades como Curitiba (Brasil), Medellín (Colombia) y Valparaíso (Chile) están llevando adelante una transformación urbana que las acerca a la regeneración a través de proyectos innovadores, convirtiendo zonas desfavorecidas en espacios comunitarios, integrando la naturaleza en la arquitectura.
De hecho, en 2019, la Red de Ciudades del BID lanzó el LAC Cities Challenge, una convocatoria que invitó a los gobiernos locales de América Latina y el Caribe a presentar proyectos innovadores de regeneración urbana que promovieran la participación del sector privado y fueran implementados a través de las agencias de desarrollo económico local. De las 29 ciudades de 11 países de América Latina y el Caribe que enviaron propuestas, 8 fueron reconocidas: Barranquilla y Bogotá (Colombia), Ciudad de México y Hermosillo (México), Córdoba (Argentina), Montevideo (Uruguay), Quito (Ecuador) y Salvador (Brasil).
No obstante, todavía queda un largo camino para poder implementar de forma generalizada las prácticas de urbanismo regenerativo. La región enfrenta aún varios desafíos, como la desigualdad socioeconómica, la presión sobre los recursos naturales, la resistencia al cambio (y falta de conciencia ecológica en varios sectores), los costos financieros y la necesidad de adaptar las regulaciones existentes.
Es clave para los diferentes actores (entre desarrolladores, gobiernos y comunidades) trabajar de forma colaborativa, promoviendo una transformación urbana más equitativa y sustentable.
Con todo, el urbanismo regenerativo representa una oportunidad para el futuro de América Latina. Al adoptar enfoques innovadores y sostenibles, podemos crear comunidades más eficientes, agradables para vivir y trabajar, y resilientes. Este último, por caso, es un factor crítico para la tasación de las propiedades, en un contexto de cambio climático y aumento de la frecuencia de desastres naturales.
Sin dudas, el urbanismo regenerativo ofrece una visión transformadora para el desarrollo inmobiliario tanto en la región como en el resto del mundo, a través del cual podemos construir un legado duradero para las futuras generaciones.