En la actualidad, la conversación en torno a la inteligencia artificial (IA) no para. En el último año, la IA, ganó un espacio importante en la agenda corporativa. Las proyecciones no son en vano: según un informe de Research and Markets, se proyecta que el mercado global de IA alcance los USD 459.300 millones para 2030.
Sin embargo, el concepto de IA fue introducido mucho antes de este auge. En 1956, el informático John McCarthy acuñó el término durante la Conferencia de Darmouth. Aunque la idea de crear máquinas capaces de razonar y resolver problemas se remonta aún más atrás en el tiempo, como lo planteaba el matemático George Boole en 1854 al vincular el razonamiento lógico con la resolución de ecuaciones. Fue gracias al influyente trabajo del matemático Alan Turing en 1950 que se abrió un nuevo capítulo en las ciencias de la información.
Estos sistemas de IA hacen uso de algoritmos y conjuntos de datos para simular funciones cognitivas humanas, mejorando su rendimiento a medida que acumulan información. Diversos sectores e industrias ya se benefician de esta tecnología para optimizar procesos y operaciones así como para disminuir costos.
De hecho, un informe de PwC revela que actualmente la mitad de las organizaciones a nivel global ya invierte en algún tipo de IA, y dos tercios planean hacerlo en los próximos tres años. En este panorama, el sector inmobiliario también ve oportunidades, tanto para la automatización de tareas como para la toma de decisiones estratégicas.
La IA en el sector del real estate, por caso, puede potenciar la experiencia tanto de compradores como de vendedores. Por ejemplo, puede guiar a las personas en la búsqueda de propiedades, de acuerdo a su perfil y necesidades, así como asistir a brokers inmobiliarios y especialistas en real estate en la creación de estrategias de marketing más eficaces.
A través de mecanismos de búsqueda basados en IA, los resultados pueden adaptarse a las preferencias del usuario, considerando aspectos como presupuesto, superficie y ubicación. Además, la IA puede analizar patrones de búsqueda previos y sugerir viviendas que podrían captar el interés de determinada persona.
La evaluación precisa del valor de una propiedad en cuestión de minutos es otra ventaja que la IA ofrece a tasadores inmobiliarios, además de su capacidad para automatizar tareas rutinarias, mejorar procesos y facilitar decisiones independientes. Por ejemplo, la IA puede ayudar a evaluar fluctuaciones de precios, calcular la probabilidad de éxito en el mercado o identificar oportunidades de inversión.
Incluso, diversas compañías tecnológicas brindan soluciones de IA para anticipar las oscilaciones del mercado y presentar a los inversores activos prometedores. Además, en un sector donde el factor tiempo es esencial, estas herramientas también deben ofrecer indicadores que marquen el momento propicio para remodelar o poner en venta una propiedad.
Por otra parte, la IA tiene el potencial de mejorar la experiencia del cliente al ofrecer servicios personalizados e impensados hasta no hace mucho tiempo atrás, como visitas virtuales de propiedades, que permiten a los compradores explorar espacios sin necesidad de trasladarse de forma presencial.
Asimismo, la dinámica laboral actual, con horarios demandantes, ha llevado a las empresas inmobiliarias a ajustar sus enfoques de atención al cliente. Mantener un servicio telefónico disponible las 24 horas, los siete días de la semana, resulta cada vez más costoso, impulsando así la adopción de soluciones rentables como los chatbots, que con IA ya comienzan a hablar en lenguaje natural como si estuviéramos interactuando con una persona.
Las aplicaciones son infinitas y podría escribir horas sobre cientos de ejemplos en donde la IA está siendo y va a ser tremendamente disruptiva en los próximos años.
La tecnología, que está en camino de transformar los procesos de toma de decisiones y de incrementar la eficiencia en las operaciones inmobiliarias, nos atraviesa y nos impulsa a seguir creciendo.