Las construcciones sustentables y edificios verdes que reducen el consumo de energía y minimizan el impacto en el medioambiente ganan protagonismo.
Hace unos días, los ministros de Energía de la Unión Europea (UE) acordaron limitar el precio del gas, como medida de emergencia en busca de contener la crisis energética, agravada desde la invasión de Rusia a Ucrania. Pero no se trata solo de una cuestión de alza de precios, que, se sabe, pueden variar ampliamente debido a factores como oferta y demanda y costos de producción, sino también de una búsqueda por liberarse de los combustibles fósiles y generar menos daño al planeta.
Con todo, el contexto actual de crisis energética puso sobre la mesa la necesidad de impulsar la adopción de prácticas sostenibles en el diseño de viviendas, con el objetivo de reducir el consumo de energía y minimizar el impacto ambiental.
Una de las principales tendencias que puede verse está vinculada a la eficiencia energética, que se refiere a la minimización del consumo de energía en el uso diario de una vivienda. Esto se puede lograr a través del uso de tecnologías y técnicas de construcción y aislamiento térmico (con ventanas y puertas de alta eficiencia energética) que reducen la cantidad de energía necesaria para calentar, enfriar e iluminar la vivienda, así como con el uso de energía renovable (a través de paneles solares, por caso) para alimentar estos sistemas.
Otra tendencia en la sustentabilidad es la construcción de edificios “verdes”, diseñados y desarrollados de forma sostenible y respetuosa con el medioambiente. Aquí cobran protagonismo la utilización de materiales de construcción sostenibles, la integración de sistemas de energía renovable y la implementación de medidas de conservación de agua y gestión de residuos.
De modo general, se estima que los edificios verdes pueden reducir el consumo energético entre un 30% y un 50% en comparación con las construcciones tradicionales. No obstante, dependerá de muchos factores, como el tamaño y la ubicación de la vivienda, el clima y la tecnología y técnicas de construcción utilizadas.
Los edificios verdes, además, suelen estar diseñados para ofrecer un ambiente de trabajo o vivienda saludable y cómoda, una suerte de necesidad implícita que quedó en evidencia a partir de los confinamientos en la época de pandemia.
En la actualidad, son varios los países y ciudades en todo el mundo que tomaron nota de esta necesidad y que están a la vanguardia en el diseño de viviendas sostenibles, aunque un puñado se destaca por encima del resto: por ejemplo, Dinamarca (que lleva adelante políticas e incentivos para fomentar la construcción de edificios verdes), Alemania (muchas de sus viviendas utilizan técnicas de construcción sostenibles y energía renovable), Singapur (con una política de “ciudad verde”).
En los Estados Unidos, destacan ciudades como Portland, en Oregón, que impulsó programas para fomentar la construcción de edificios verdes y promover la eficiencia energética.
En tanto, en América Latina, algunos mercados también llevan la delantera en el diseño de viviendas sostenibles, como Brasil, México y Chile, que cuentan con una política energética para motorizar el uso de energía renovable y reducir su dependencia de los combustibles fósiles, lo que se refleja en el diseño de las viviendas. Además, también hay ciudades con proyectos destacados en esta línea, como Medellín, en Colombia; Asunción, en Paraguay; Montevideo, en Uruguay; y Buenos Aires, en Argentina.